Es un alquería de origen musulmán sobre la cuál se edificó el castillo.

A Sumacàrcer le correspondían unas veinte alquerías del contorno entre las que se encuentran Càrcer, Cotes, Alcántara, Beneixida, Ràfol de Beneixida... Poseía un albacar para proteger la población de todas esas alquerías en caso de ataque. Parece que estuvo también funcionando como poblado permanente.
 
Vista del castillo de Sumacàrcer
 
Tuvo Carta Pobla después de su conquista por Jaime I y más tarde a consecuencia de la expulsión de los moriscos.
 
A partir del s. XIII fue abandonado en favor del nuevo emplazamiento de la población junto al Xúquer, y a pesar de que en el s. XIV está documentado un permiso real para reconstruirlo, lo cierto es que desde entonces quedó abandonado, sobreviniendo su rápida ruina. Actualmente sólo pueden verse algunos lienzos de murallas y bases de torreones, en un entorno de gran belleza paisajística.

Se encuentra bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.


Un paseo por la historia.
 

Sumacàrcer, localidad agrícola y turística, de 1.300 habitantes, ocupa el extremo occidental de la Ribera del Júcar. La población se halla bellamente asentada junto al rio y los naranjos, pero se yergue sobre la raíz montañosa del Macizo del Caroig. Nos hallamos donde terminan los huertos y empiezan las montañas: al alcance de un paisaje natural que es rico en especies botánicas y faunísticas.

En el siglo XIII, en tiempos de Jaime I el Conquistador y del proceso de colonización feudal, el castillo y su valle pasarían a constituir un señorío territorial. La fortificación se transformaría, así, en el símbolo eminente de la potestad jurisdiccional de los barones. El señorío o ‘baronía de Sumacàrcer`, así conocida, pasaría a manoss de sucesivos linajes nobiliarios, entre 1276 y 1433: los Próxita, los Cervató-Munyos, los Quintavall y los Pardo de la Casta. A partir de 1433, y hasta la disolución de los señoríos territoriales, el pueblo perteneció a los Crespí de Valldaura –condes de Sumacàrcer y de Orgaz desde el siglo XVIII- y propietarios del palacio del pueblo hasta el año 1991.

Aquellos señores feudales de época medieval y moderna eran caballeros cristianos, residentes en ámbito urbano, que explotaban económicamente a las aljamas o comunidades de vasallos musulmanes del territorio. De heco, el ‘lugar’ de Sumacàrcer continúo habitado por moros (siglos XIII-XV) y moriscos (siglo XVI), hasta la expulsión o limpieza étnica de 1609.

Tras el vaciado poblacional, la localidad fue repoblada con vasallos cristianos viejos, valenciano-hablantes, que son los antepasados directos de los actuales sumacarcerers. Durante los siglos XVII al XIX, el castillo de Sumacàrcer “llamado elcastillo de Peñarroya" en algunos documentos- continuó teniendo una importancia simbólica. Sin embargo, la pérdida de interés estratégico y bélico de la fortaleza, comportará un progresivo progreso de abandono y ruina.

En la actualidad, los restos del castillo suscitan el interés de historiadores, arqueólogos y turistas, por su relevancia cultural y patrimonial. En este sentido, el Ayuntamiento de Sumacàrcer se esfuerza día tras día en la puesta en valor del monumento, y darlo a conocer a vecinos y a visitantes. Estáis invitados.

Como era el Castillo.
En la actualidad, el castillo es el nombre de un altozano montañoso estrecho y alargado, a 150-180 m. de altitud sobre el nivel del mar y elevado a 120 m. sobre el llano aluvial de la Ribera-, en donde apenas resaltan algunos muros y ciertas torres desmochadas. Son evidencias la existencia de una antigua fortaleza islámica y feudal, que se levantó sobre el solar de un antiguo poblado de la edad de bronce.

Vista del castillo de Sumacàrcer

Gracias a la labor de historiadores y arqueólogos, se han podido determinar las sucesivas fases de construcción y reforma de la fortaleza, entre el siglo IX (sociedad islámica) y el siglo XIV (sociedad feudal). También se ha podido reconstruir el aspecto aproximado que representaría el Castell en época medieval, cuando sus torres, muros y paramentos se conservaban en buen estado.

La elección de la montaña del Castell para refugiarse de peligros externos aconteció en la alta edad media, un tiempo de tribalismo y debilidad polaca del estado emiral de Córdoba. Los pobladores del país improvisaron un castillo (en árabe, qsar, alcázar) en la cima (en latín summa) de una montaña protegida por dos acantilados verticales, recayentes a dos profundos barrancos. Así fue como debió consolidarse, en tiempos del Emirato de Córdoba (siglo IX), el fortín de Summa Qasr o Cima del Castillo, que dominaba visualmente el vallecito de Cárcer o de Qaser, es decir, el Valle del Castillo.

En el 929 de nuestra era, las tropas del primer califa de Córdoba, Abad ar-Rahmaán III, asaltaron la fortaleza y la incorporaron al Califato Omeya. En esta época y en los tiempos del reino taifade Valencia (siglo XI) se completarían las fortificaciones que todavía se observan: 1) un recionto inferior, en la parte frontal y más accesible, con funciones de abacar (árabe al-baqar), refugio para el ganado; 2) un enclave superior, alargado y prácticamente inexpugnable, en donde improvisar casas o barracas para refugiarse la población del término (el alcázar de la cima o Summa Qasr); 3) un reducto más fortificado o celoquía (árabe saluqiya) en la cumbre del recinto superior, con su torre granero, su aljibe (al-djubb) y departamentos para el alcalde (al-qaid) y la guarnición de soldados.

Con la ocupación del territorio por feudales catalanes y aragoneses, y con su incorporación al nuevo Reino de Valencia, el recinto superior y la celoquía andalusí quedaron en desuso. Se conservaron las murallas y accesos, eso sí, y se reforzó el conjunto con la erección de otro fortín (circa 1308-1310) en la parte trasera del recinto superior. El castillo bajomedieval consta de una torre-granero, residencia eventual del alcalde del señorío, un reducto protegido por cortes artificiales en la roca, y un aljibe capaz y de buena consistencia.

En cuanto al aspecto original del castillo, cabe retener que la obra de los paramentos es de tabiya de lí¼h o tapial de encofrado, típica de la arquitectura andalusí. Cuando se acababa de levantar el muro, se enlucía y se enjalbegaba, para darle una mayor sensación de grandeza y solidez. En ocasiones, los muros o torres principales se decoraban o bendecían con versículos coránicos en bajo relieve dorado, enmarcados por filacterias negras. El espacio en torno a la fortaleza se deforestaba en su integridad, por obvias razones estratégicas.

A continuación podemos ver un recorrido virtual por el castillo.